Hace tiempo comentaba la paradoja de los renders y fotomontajes llenos de gente y las fotos completamente vacías. He aquí un ejemplo que evita, de una forma extremadamente sencilla y efectiva, caer en lo segundo:
El vídeo, a poco que os fijéis, resulta ser una sucesión de imágenes estáticas del edificio, pero con la gente dentro, moviéndose, interactuando. Une la elegancia de la fotografía con la vida del vídeo. Me gusta.